Balas perdidas CDRC (Parte IV)

Luego de terminar la historia, algunos cabos sueltos quedan inevitablemente. Ciudad de rotos corazones se trata de la historia de Martín y Olivia, pero....¿Qué pasa después?, ¿Cómo llega a suceder la historia de Olivia y Luis?

8/6/202515 min read

EL AMOR DESPUÉS DEL AMOR 

. La historia de Olivia y Luis . 

1

Silencio

Como siempre que tiene que enfrentarse a asuntos que tienen que ver con impuestos, Olivia se descubre mirando la pantalla del computador y preguntándose hasta qué punto sería un despilfarro de su parte solo contratar a alguien que se ocupe de esto y desentenderse por completo del asunto, solo pagando lo que le digan, porque de todos modos no entiende.

Nunca entiende.

Pick se lo ha explicado cerca de 350 veces, y aún así, aquí está. La página del estado abierta hace 15 minutos, y su mirada perdida en el cuadro que ocupa la pared principal del Cable a tierra, porque su mente nunca más volvió a ir a la deriva sin propósito, sino que siempre encuentra su camino hacia él.

Una imagen de su sonrisa con hoyuelos flota en su memoria, y sin que venga a cuento de ninguna manera su mente viaja a la tarde en el que él le pintó encima de la piel por primera vez justo como la consignó en este cuadro. ¿Ese momento fue tan mágico de verdad, o lo que lo reviste de ensueño es el crisol tirano de los años y la pérdida?

Golpetea con sus uñas la lata de mentas Altoids que tiene encima de su escritorio, aunque no tiene nada adentro y solo la conserva ahí como un recordatorio de la noche en que visitó su propio infierno personal y volvió a salir, y ese recuerdo es lo único que la detiene cada una de las veces cuando la tentación de levantar el teléfono y solo oír su voz amenaza con derribarla.

- Oye, jefe – Liv se espabila y levanta la mirada para descubrir que Andy está parada en la puerta de su oficina.

Como si quisiera burlarse de la línea de pensamientos que Olivia estaba navegando sin ningún propósito, lleva puesta una camiseta con el logo de Polaroid estampado en el pecho.

- Ven. Hay algo que tienes que ver – Indica Andy, y se acerca para sacarla de su silla sin ninguna delicadeza.

La lluvia ha empezado a repiquetear sobre las tejas del techo y a Olivia le gustaría mucho irse a su casa a acurrucarse con Mac, pero tiene cosas que terminar, y ni siquiera sabe cuándo fue la última vez que vio a Mac, porque el Cable a Tierra se convirtió en su pequeño reino y solo rueda por todo el lugar como si fueran sus dominios.

Se deja llevar por Andy con una pizca de ternura, porque le gusta la intensidad con la que vive el proyecto del Cable a tierra como si fuera suyo, aunque Olivia sabe que actualmente le paga muchísimo menos de lo que vale, y su aporte en el manejo de las redes sociales y todo el asunto de publicidad ha sido invaluable.

Andy tira de ella con impaciencia cuando Olivia se distrae con sus propios pensamientos nostálgicos, y la empuja de mala manera hacia el salón principal del cable a tierra.

Las paredes están llenas de cuadros, resultados de viejas clases de arte terapia que los participantes eligieron donar al Centro, y que hablan de luchas y batallas que son comunes para todos, pero que a la vez solo ellos mismos entienden.

La última clase debió haberse terminado hace cerca de 15 minutos, pero el grupo de músico terapia sigue casi todo en el centro del salón.

Andy le hace una seña para que haga silencio y se esconde parcialmente contra el marco de la puerta. Olivia está a punto de preguntarle a qué se debe la actitud de espía rusa, cuando escucha el sonido del violín como un lamento dulce y roto al mismo tiempo. Se inclina para ver al interior, y se da cuenta de que no es Luis quien está tocando.

Es David, su paciente más reciente y uno de los casos más salvajes de depresión a los que se ha enfrentado desde que existe el cable a tierra, porque es particularmente susceptible a los efectos secundarios de los antidepresivos, así que ha sido muy difícil guiarlo a lo largo de un tratamiento responsable con alguno, ya que la misma medicina lo hace querer morir.

Olivia seguía sintiendo que se chocaba con un muro en cuanto a David cada una de las veces, hasta que empezó a venir a las clases de musicoterapia, porque ella estaba decidida a intentarlo todo.

Durante algo así como un mes y medio, que es el tiempo que Luis lleva a cargo del programa, David solo se sentaba en una esquina del salón y miraba a los demás cantar o hacer las actividades que Luis proponía. Pero hoy….por primera vez está participando. Luis se inclina y le dice algo en voz baja, y David asiente. Vuelve a levantar el violín y toca de nuevo.

El sonido no es particularmente artístico porque muy claramente no sabe tocar muy bien, pero esconde una nostalgia y una esperanza que nadie más podría entender.

Olivia se lleva la mano a la boca para contener una risita histérica, y Andy le da un golpe con el codo, indicándole que se calle, porque en este momento David es como un animal salvaje que no puede ser asustado o atacará, y Luis es el proverbial domador que logró captar su atención.

El resto del grupo hace su ensamble con una canción de los Beatles que están montando, y es un poco desastroso pero a la vez tiene una especie de magia única que solo ellos pueden ver, y Olivia la entiende porque está familiarizada con la belleza de crear algo incluso cuando estás vacío. De encontrar a alguien cuando crees que estás solo. De darte cuenta que hay algo más después de que no hubo nada.

La música hizo esto en los corazones rotos de estas personas.

Cuando terminan de tocar, todos aplauden. Luis le da una sonrisa y un pulgar arriba a David, que le responde con una sonrisa tímida. Es lo más abierto que Olivia lo ha visto actuar con otra persona, y se sorprende de que justo sea con Luis, porque ella en realidad no estaba convencida de ponerlo al frente del programa.

Siempre le pareció demasiado tímido, y si no fuera porque tiene la combinación mágica de ser un trabajador social con muy buenas credenciales que tocó con la filarmónica durante una buena parte de su juventud, ella nunca lo habría contratado.

Que viniera altamente recomendado por Pick tampoco hizo daño, porque le cuesta muchísimo hacerle cualquier clase de desplante a esa mujer.

Andy la jala a su lado cuando dan por terminada la sesión y Luis da las indicaciones para el próximo jueves. Algunos chicos se despiden y se van juntos. David se despide con asentimientos distantes y sale del salón sin darle mucho más que una mirada superficial a Liv y Andy, que están paradas tontamente junto a la puerta, haciendo un pésimo trabajo en fingir que no espiaban.

- Tengo que ir a la recepción a despedir a los padres, ¿pero qué piensas? – Le pregunta Andy con una sonrisa

- Es increíble – Suspira Liv

- Te dije que Luis valía la pena. Nunca subestimes a un tímido, jefe – Le dice con un guiño, y Liv rueda los ojos porque Andy no es ni un poco tímida y no tiene idea de qué se supone que defiende, pero sí que está de acuerdo en que subestimó a Luis, y con su estilo callado y sencillo, acaba de cerrarle la boca a todo el mundo.

Se queda en la puerta despidiendo a los chicos cuando salen, y su corazón se infla de orgullo porque son muchos.

Nunca pensó que el Cable a tierra crecería tan pronto, y nada la hace más feliz que ser ese lugar de calma que a ella tanto le costó encontrar entre rehabilitaciones clínicas y distantes. Por un segundo piensa en Martín, y en que tal vez un lugar como este a tiempo para alguien como él habría hecho toda la diferencia en su historia.

Si hay una cosa que le genera tranquilidad al menos, es que nunca va a tener que decirle la marca tan profundamente suya que está impresa en este proyecto, porque él lo sabe perfectamente.

- Hola, Liv – Vuelve en sí para darse cuenta de que Luis está ordenando las sillas e instrumentos en el salón mientras ella está ahí en otro mundo siendo una inútil.

Se apresura a entrar y comienza a ayudarlo mientras le da una sonrisa rápida.

Ni bien mueve la primera silla, Mac aparece rodando alegremente por una esquina del salón.

- ¡Aquí estabas, insolente! – Exclama Liv - ¡Ya ni siquiera te veo! – Le dice a su perra, y Mac bate la cola sin importarle en absoluto que se supone que está siendo regañada

- Le gusta venir a mis clases – Interviene Luis – Casi siempre está acá

- Le caes bien – Indica Olivia

- A mí también me cae bien ella – Sonríe Luis, y vuelve a su tarea sin decir nada más.

Olivia lo mira hacer por un segundo, a medio camino entre la irritación porque sea tan callado y una vaga diversión porque se está dando cuenta de que al parecer ella habla por los codos y se acostumbró a eso como una fortaleza, porque en los grupos de apoyo todo lo que se espera de ti es que hables tanto como puedas, y eso se asume como una normalidad.

En su papel de directora del Cable a tierra, se pasa los días hablando todo el tiempo acerca de un montón de cosas.

Todavía no puede dar terapia porque no ha terminado la universidad, pero en las sesiones de consejería que acompaña es el único momento en el que al parecer se calla un poco y escucha, pero aún así.

El silencio resulta extrañamente reconfortante.

- ¿Cómo lo hiciste? – Pregunta luego de un rato de silencio.

Luis termina de acomodar las sillas y se vuelve para mirarla.

Tiene el pelo intensamente negro y lo suficientemente crecido para que se le rice en tirabuzones que le darían una apariencia un poco infantil si no fuera por la sombra de barba que le oscurece el mentón. Es moreno, delgado y usa lentes de montura de pasta negros, y su apariencia está extrañamente detenida en un punto medio entre un surfista guapo y un nerd.

- ¿Qué cosa?

- ¿Cómo hiciste para que David se integrara? Llevo semanas intentando que me diga al menos una palabra – Completa ella

Él se cruza de brazos y le da una mirada de diversión.

- No hace falta hablar todo el tiempo para conectar – Responde simplemente – A veces solo basta con estar ahí, sin intentar arreglar nada.

Ella abre la boca para decirle algo. Para rebatir que eso es lo opuesto a su formación como terapeuta. Para discutir. Algo.

Pero esa mirada de diversión vuelve a aparecer en los ojos oscuros de él, y Olivia se da cuenta sin razón alguna que tiene unas pestañas bonitas.

También, nota que intentar resolver todo hablando es justo lo que está a punto de hacer, así que asiente una sola vez y se traga sus razonamientos, y trata de aceptar con humildad que hay tantas formas de ayudar como personas, y está bien si hay muchas diferentes a la suya que funcionan también.

Así que asiente una sola vez, y se dirige a ordenar los instrumentos sin decir nada.

A su lado, Luis termina de ordenar en silencio.

2

Oscuridad

Olivia grita cuando un trueno rompe el aire, retumbando tan fuerte que se siente como si fuera a tirar abajo el techo del Cable a Tierra.

Envuelve con más fuerza a Mac en su cobijita y la aprieta en su regazo, y se maldice otra vez porque justo hoy eligió quedarse trabajando hasta tarde en la noche con la tormenta más salvaje en la historia de Bogotá y probablemente del mundo entero.

Otro trueno crepita haciendo temblar las paredes, y luego su oficina se queda a oscuras.

- ¡Maldita sea! – Le grita a la nada.

- Uhm….¿Estás bien?

Ella suelta otro grito ante el sonido de esa voz masculina, pero Mac se pone super feliz, lo que le indica que se trata de alguien conocido.

Manotea a tientas sobre su escritorio hasta dar con su celular y levanta la linterna, encandilando por completo a Luis que está parado en la puerta.

- ¿Qué haces aquí?, ¡Me asustaste!

- Trabajo aquí – Responde él suavemente

- ¡Son las 9 de la noche!

- Está lloviendo y mi medio de transporte es una moto. Pensé que te habías dado cuenta de que nunca me fui. ¿Normalmente te quedas trabajando hasta tarde aquí sin revisar si quedó alguien adentro?

Ella hace una mueca, porque Andy la ha regañado hasta el cansancio por abstraerte en el trabajo y olvidarse de cosas importantes como cerrar la puerta o poner la alarma, lo que ha hecho que la cosa se dispare y la compañía de seguros tenga que intervenir, y ocurra todo un drama.

- Me quedo hasta tarde de vez en cuando – Murmura ella, ignorando todo lo demás.

Luis le da esa pequeña sonrisa conocedora, como si supiera algo que ella no.

- ¿Qué? – Devuelve ella, a la defensiva

- Nada

- ¿Qué? – Insiste ella

- Estabas gritando por los truenos – Observa él con esa risita, y ella frunce el ceño

- Uhm. No. Claro que no

- Uhm. Sí. Te escuché

- Escuchaste mal. Los truenos están sonando muy fuerte

- Claro – Asiente él, aunque sigue sonriendo – Bueno, voy a volver al salón de música, si no te importa que espere acá mientras el aguacero se calma un poco

- Ah, claro – Asiente ella sin convicción.

Ni bien él empieza a dar la vuelta, otro trueno salvaje parece romper el cielo, y ella suelta un gritito ahogado que termina sonando como un hipo.

- ¡Luis! – Exclama en el último momento

- ¿Sí? – Pregunta él, volviéndose ligeramente

- ¿Está bien si voy al salón de música contigo?

- Bueno…pero me estoy aprendiendo el concierto de primavera de la Filarmónica. No quiero incomodar.

- No incomodas. Me encanta oírte tocar – Responde ella apresuradamente

Él vuelve a darle esa sonrisa divertida, pero no le dice nada más.

No siempre le tuvo miedo a la lluvia. De hecho, no está segura de que sea miedo exactamente. Es más bien esa sensación de que cosas horribles ocurrieron cuando llovía.

La última noche que lo vio llovía justo como hoy, y las gotas de lluvia se mezclaron con sus lágrimas cuando salió de la finca y lo dejó atrás.

No, no es miedo exactamente.

Pero no le gusta la lluvia.

- ¿Llevo a Mac así recoges tus cosas? – Ofrece Luis, y la saca del recuerdo.

- Claro – Asiente ella rápidamente, porque no quiere ir ahí esta noche.

Él se acerca y toma a Mac con delicadeza de las piernas de ella, y la perra jadea toda alegre antes de lamerle el mentón.

Olivia rueda los ojos, porque al parecer Mac es una vagabunda por los hombres guapos. Recoge su computador, su agenda, su cartuchera y su celular y le entrega a Luis las rueditas de Mac antes de caminar a su lado en dirección a la sala de música.

El Cable a tierra está a oscuras, únicamente iluminado por el resplandor apagado de la luz de la luna que entra por los ventanales, emborronándose por momentos debido a las cortinas de agua que siguen cayendo. Se siente un poco extraño habitar un lugar tan cotidiano para ella de una manera tan inusual, como si ese sitio que visita todos los días acabara de convertirse en algo completamente nuevo en ausencia de la luz, y resulta al mismo tiempo nostálgico y un poco intrigante.

- ¿Quieres tomar el sofá? – Le pregunta Luis - ¿Olivia? – Verifica él cuando ella se queda en silencio, y maniobra como puede su celular para subir la linterna con la que estuvo alumbrando el camino para ambos.

Olivia está de pie en la puerta del salón de música, mirando la estancia a oscuras y dándose cuenta de que ella logró que este lugar justo como es hoy existiera. Nunca diría que lo hizo sola, porque muchísimas personas estuvieron involucradas tanto literal como espiritualmente en la construcción del Cable a tierra, pero aún así.

Esto fue lo que soñó cuando estaba acostada en el piso temblando en rehabilitación, y a la mañana siguiente tenía que arrastrarse a una sesión de terapia grupal, aunque habría preferido morirse.

Esto es lo que pensaba cada vez que un psicólogo le hablaba de la voluntad y del futuro, y ella solo pensaba en que no tenían idea de lo que se siente consumir o habían vivido el efecto devastador de la abstinencia. Ahí pensó en el poder de la música, el arte, los animales y la naturaleza para sanar. Ahí descubrió que los pares siempre ayudarán más que una jerarquía a quienes pasaron por lo que ella pasó.

Por lo que Martín pasó.

Y hoy está acá.

Entonces, ¿por qué no logra ser feliz del todo?

- A veces tengo miedo de irme a mi casa y que el silencio me trague – Se escucha decir a sí misma, y luego se sorprende porque no estaba esperando que las palabras salieran de su boca.

Hay algo acerca de él y lo poco que habla con ella, pero la magia que parece lograr en sus pacientes, que hace que Olivia tenga curiosidad por él y quiera oírlo hablar.

Aunque tal vez debería haber empezado por un tema más liviano que ese, y a lo mejor es por su cerebro avocado a años de grupos de apoyo y terapia, y de vomitar sus sentimientos con relativa facilidad luego de tanto tiempo el que hizo eso; pero de alguna manera ni siquiera se siente incómoda luego de ese comentario aleatorio y salido de la nada, porque contrario a lo que pueda parecer, no es una mujer que entra en confianza con facilidad luego de todo lo que ha pasado.

Pero hay algo sobre él y esos silencios suyos, y la manera en la que parece entender sin necesidad de mucho.

- El silencio se vuelve un lugar muy ruidoso a veces – Comenta él como si tal cosa, como si estuvieran hablando del último partido de futbol.

Pone su celular en el brazo del sofá y acomoda a Mac delicadamente encima de los cojines. Luego se vuelve hacia ella y la mira. Olivia ve el cansancio en su rostro, y como un dejo de su nuevo oficio (e incluso un rezago de sus años como barista), se pregunta por su historia ociosamente.

- ¿Con qué lo llenas?

- Con música, casi siempre – Responde él con un encogimiento de hombros – Aunque en realidad, la música no opaca el silencio exactamente, sino que más bien lo acompaña. ¿Puedo decirte algo que no me preguntaste?

Ella sube las cejas un poco tomada por sorpresa, porque esa podría ser la cantidad de palabras más extensa que él le ha dirigido desde que lo entrevistó para dirigir el programa de musicoterapia, y parece un poco impropio de él decirle cosas que nadie le preguntó.

Pero nuevamente, le gana la curiosidad.

- A ver… - Le dice tentativamente y avanza hacia el sofá.

Se sienta junto a Mac y patea sus tennis fuera de sus pies solo para subir las piernas al sillón y acurrucarse en el sweater de lana demasiado grande que tiene puesto.

Él jala la silla del atril más cercano y la pone en diagonal a ella.

Ese gesto de no sentarse justo en frente es uno que ella podría interpretar de un montón de maneras, pero se distrae cuando él toma su violín y empieza a afinarlo sin mirarla.

- Hay una concepción equivocada, acerca de la gente como tú

- ¿Gente como yo? – Aventura ella, y escucha el tono defensivo en su voz, pero si él se amilana, no lo demuestra

- Quienes salieron adelante luego de algo muy difícil – Aclara él, y ella suspira, porque eso no era lo que estaba esperando que dijera – Como que tienen que mantenerse bien y fuertes todo el tiempo porque lo difícil ya pasó, y eso no es cierto. Tienes permiso de estar triste, o cansada, o lo que sea que sientas, tanto como cualquier otra persona, porque tu vida ha seguido adelante con sus dificultades y sus glorias, justo como todos.

- ¿Quieres decir que debería estar quejándome de mis pequeños problemas aún si son un poco estúpidos luego de todo lo que pasó y lo que veo vivir a las personas aquí cada día?

- Si quieres, sí – Responde él con un encogimiento de hombros, aún sin mirarla – Lo que duele, duele, Olivia. Intentar explicarlo es cruel y mezquino con tus propios sentimientos, así que creo que sí. Deberías quejarte y rabiar acerca de todo lo que quieras, porque eso no te hace débil. Lo que te hace una desagradecida es no honrar tus propias luchas y quedarte ahí. Solo te permites sentir lo que sientes, y mañana empiezas de nuevo. Tragarte tu dolor no te hace más valiente.

Y luego levanta el violín y se pone a tocar como si nada.

Un nudo sube a la garganta de Olivia, aunque no está segura de por qué.

O a lo mejor es un mezcla de todo, ahora envuelta en la manta cálida del entendimiento de esta persona que no la ha mirado con ese dejo de pena que aparece en el rostro de quienes conocen su historia cuando ella no tiene puesta su armadura de mujer fuerte que siguió adelante. Tampoco intenta escarbar en su alma ni saber más, sino que simplemente se queda ahí, y le permite acompañar su silencio con su música.

Ella se seca una única lágrima silenciosa al apaño de la oscuridad, pero en lugar de abrir su computador, lo mira mientras toca.

La lluvia le hace un coro dulce mientras su instrumento llora penas que ella desconoce. Cuando termina, ella se siente extrañamente arropada.

- ¿Puedo decirte algo que nadie me preguntó? – Le pide ella en cuanto la música para.

- Dime – Asiente él con una sonrisa tímida

- Hay una concepción equivocada, acerca de la gente como tú

- ¿Gente como yo? – La imita él

- Los que viven al borde del reflector, pero nunca en el centro. Los que están en la esquina de los salones, pero no en la pista de baile. Y creen que, por no estar bajo los focos, no son vistos

- ¿No se te ha ocurrido pensar que queremos estar justo ahí?

- Estoy segura de que si – Sonríe ella – Pero eso no quiere decir que a veces no brillen más que los demás.

Él le da una sonrisa vagamente avergonzada, y a pesar de la oscuridad, a ella le da la sensación de que sonroja.

No se molesta en decirle nada, sino que toma su violín y vuelve a tocar.

Ella no vuelve a trabajar, sino que se recuesta en el sofá y se dedica a hacerle mimos a Mac y a escuchar la música, permitiéndose sentir lo que siente, tal como él lo dijo.

Sus miradas se encuentran de vez en cuando, pero ninguno dice nada, ni siquiera cuando las miradas se convierten en sonrisas que intercambian en la oscuridad.

A partir de esa noche, él deja de ser invisible.

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Para Irene, con cariño.

Gracias por tanto.