Balas perdidas CDRC (Parte III)
El proceso de edición e impresión hizo que Ciudad de rotos corazones fuese casi 150 páginas más corto que su manuscrito original. Las Balas perdidas son esas escenas que se quedaron por fuera....
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2 años y 4 meses después del final.
- ¿Cómo dices?
Lena Flórez es delgada como un gancho y tiene el pelo rubio largo hasta la cintura, con unos reflejos plateados que hacen que su cara afilada y sus ojos gris claro la hagan lucir extrañamente etérea, como si fuera de hielo.
Es bonita de una manera clásica, pero también es infinitamente elegante con sus ropas de diseñador y sus zapatos de tacón de 3000 dólares.
Se ve un poco fuera de lugar parada sobre el piso manchado de pintura del estudio de Polaroid, aunque viene con mucha frecuencia a encargar piezas o a comprar alguna cosa para sus clientes.
También viene porque muy obviamente le interesa Martín y todo el mundo se ha dado cuenta de eso, incluido él.
Pero ese es otro tema.
- ¿De repente no entiendes español? – Bromea ella, y se recarga en el marco de la puerta
Martín estaba terminando de probar unos nuevos pigmentos que llegaron de París (y que no le gustan nada), así que se limpia las manos con un trapo mientras la mira parpadeando lentamente, no muy seguro de cómo reaccionar.
- Creo que no – Admite con una risita, y Lena se ríe
- El MoMa me pidió una muestra tuya para su próxima exhibición de primavera
- El MoMa – Repite él – El Museo de Arte Moderno de Nueva York
- Ese mismo – Asiente ella – Harán una muestra de artistas emergentes en homenaje a la mujer, y quieren algo de tu trabajo con modelos, como tu pintura de la chica
Martín sube una ceja ante el tono ligeramente despectivo con el que ella se refiere a Olivia como “la chica”.
Lena le devuelve la mirada con seguridad, como retándolo a que le diga algo.
Porque entonces ella le va a responder que hablará con ella con tanto desprecio como quiera, porque esa mujer sabe que tiene el amor de Martín Rivas todavía, y no va a hacer nada al respecto.
- Lena… - Empieza él cautelosamente
- ¿Qué me vas a decir?, ¿Qué tú le pediste que te olvidara y ella muy obedientemente fue y lo hizo? No me jodas
- No iba a decirte eso – Responde él con una sonrisa
- Pues que bueno. Porque la gente se hace mucho daño, pero también crece y cambia desde ahí. El hecho de que no se hayan contactado ni una vez en dos años y medio habla de lo profundamente adultos que ambos han sido, y de cuanto se preocupan uno por el otro, ¡¡Y están desperdiciando algo como eso solo por una promesa que ya está obsoleta, porque no son esas mismas personas!! – Exclama Lena, echando las manos al aire y gesticulando exageradamente, como si con eso fuera a lograr que Martín entendiera algo
Martín aprieta los labios para no reírse, porque ese discurso vehemente viniendo de esta mujer elegante y fría, que nunca le ha hecho una declaración de sentimientos directa es, al menos conmovedora.
Así que él da un paso al frente y deja una caricia dulce en la mejilla de ella.
Es una caricia que Lena entiende.
La caricia de un hombre al que a lo mejor le llama la atención físicamente, pero no va a hacer nada al respecto porque su corazón le pertenece a otra persona y él no piensa ocultarlo o mentir sobre eso, ni irrespetar ese sentimiento hasta que su proceso personal lo lleve a seguir adelante.
A ella le enoja un poco que eso solo haga que le guste un poco más.
- Lo siento – Es todo lo que le dice él
Lena no sabe si se está disculpando porque Olivia y él son unos ridículos, que solo han tomado la decisión de nunca reponerse a su pasado difícil a pesar de lo mucho que han crecido; o si lo que siente es no poder corresponderla.
De todos modos, es muy claro que él no va a hablar de eso, y en todo caso ella ya ha dicho lo que quería decir.
Hace una seña de desinterés con su mano y se acerca para examinar un lienzo sin terminar que se parece más al trabajo habitual de Simón.
- Quieren la pieza de la chica y la de Isabella, y 4 más similares a esas que sean inéditas. Lo hablé con Pick y con tu gente y es posible organizar tu agenda. La cuestión es que necesitamos el cuadro de la chica. ¿Qué hiciste con él?
Martín se muerde el labio inferior para que ella no lo vea sonreír.
Lena sube las cejas.
- ¿Qué hiciste con él, Martín? – Repite ella
- Lo puedo conseguir para la exhibición. O eso creo. No te preocupes. Lo haré – Le dice él con una sonrisa radiante, que Lena ya sabe que destina a distraer la atención de su interlocutor.
Y funciona.
Es una gran sonrisa.
- Más te vale que lo hagas – Indica ella y le apunta con el dedo – Tengo que correr. Te enviaré vía mail todas las especificaciones
- Vale. Gracias por esto, Lena
Ella le hace un guiño y se acerca para darle un beso en la mejilla.
Se distrae un segundo por la forma en la que él huele, y el raspón suave que su barba de la tarde deja en la mejilla de ella antes de apartarse.
Toma su bolso y da media vuelta, casi chocándose con una chica que viene entrando.
Lena la reconoce con un asentimiento y sigue su camino.
Martín ve como Andy se vuelve y mira alejarse a Lena con una ceja en alto.
- ¿Por qué camina así como si estuviera en una pasarela?, ¿Qué necesidad hay de ser tan sobreactuada? – Reniega Andy
- Hola, cielo – La saluda Martín con una sonrisa. Andy frunce el ceño
- Deja de sonreírme como si fuera un cachorro jugando en un charco. A esa mujer le gustas, y ella no me gusta para ti
- ¿Ah, no? – Sonríe él
- No – Declara Andy rotundamente
- No sabía que eras la manejadora de mi vida sentimental, pero gracias por decírmelo
Andy le hace una mueca infantil, que la hace lucir un poco con un cachorro jugando en un charco, efectivamente.
- Bueno, cámbiate. Tenemos que irnos – Le dice, y aplaude exageradamente para apurarlo
- Vale. Ve a la cocina a tomarte algo mientras me ducho. Estoy en dos segundos
Andy asiente mientras él sale del estudio, pero se queda distraída mirando el trabajo de los chicos.
Hay una bitácora cerrada en la estación de Martín, y ella la abre curiosamente.
Está llena de dibujos a lápiz, y ella sabe muy bien lo que esto significa para Martín.
Se da cuenta de que casi está mirando su diario, pero su trabajo es tan bueno que no puede detenerse.
Todos los dibujos son de Olivia.
Se da cuenta que es la Olivia de los recuerdos de él, porque ella ya no tiene el pelo así de largo, y su cuerpo ha vuelto ha ser curvilíneo y no tan delgado como la Liv que él ha dibujado, pero en cada página hay pedacitos de ella.
Liv ante la máquina de espresso.
Su rostro sobre una almohada.
Su cuerpo estirado, aparentemente bailando.
Su cara inclinada hacia arriba, como si estuviera mirando el cielo.
Andy se muerde el labio inferior y mira hacia los lados, pero obviamente no hay nadie aquí.
Ella cree en el destino, y en que dos personas deberán encontrarse cuando tenga que hacerlo.
Pero también sabe que, cuando esas dos personas tienen cicatrices tan profundas, se merecen un poco de ayuda extra.
El último dibujo está fechado de este mismo mes, y es uno de Liv con Mac en su regazo y una taza en su mano.
Andy arranca la página, la dobla en 4 y la mete en su bolso.
Deja caer la bitácora en su lugar rápidamente justo cuando Martín vuelve a entrar en la habitación, todo fresco y recién duchado.
- ¿Vamos? – Le dice él, frunciendo el ceño con curiosidad ante su actitud sospechosa
- Vamos – Sonríe ella, como si nada
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Martín les pide a los chicos que elijan de qué color es su mayor miedo.
Les enseña a mezclar los pigmentos que trajo, en caso de que ese color no sea uno en específico.
Hay 15 personas en la clase de arte que él está dictando la tarde de hoy.
Olivia nunca había visto tanta gente en el salón principal del Cable a Tierra.
Los lienzos están tirados en el suelo, y todo el mundo está descalzo.
Los ventanales están abiertos y el sol de mitad de la tarde ilumina la habitación mientras él les pide que le den forma a aquello que más temen en la vida.
Les explica que la forma puede ser de un objeto que existe, o no. Pueden ser solo trazos, colores, formas.
Es una mezcla muy insólita entre una clase de artes básica y un ejercicio de arteterapia muy bonito, y aunque Olivia tiene muchas cosas que hacer, igual se queda en el marco de la puerta, mirando a los chicos crear.
Está mirando la espalda de Martín, así que él no tiene idea de que ella está ahí.
Liv se da cuenta de que Andy llega a su lado, y también se queda mirando por un momento.
- Es muy bueno – Dice Andy en voz baja, mientras mira como Martín le enseña a una de las chicas a pintar con el dedo, ya que obviamente se estaba cohibiendo con el pincel
Liv ve como la chica lo mira medio embobada, y luego imita lo que él está haciendo.
- Es maravilloso – Está de acuerdo Liv - ¿Cómo lo convenciste de venir?
- Uhm – Farfulla Andy, y se hace la distraída mirando a los chicos trabajar
- Andrea – Llama su atención Liv, cuando se da cuenta de que ella está fingiendo demencia
- Ledgnoesbasquí – Balbucea Andy sin abrir la boca
- Usa palabras reales – Exige Liv
- ¡Le dije que no estabas aquí! – Exclama Andy, haciendo una mueca
Liv no está segura de lo que esa declaración la hace sentir.
No ayuda mucho que el estallido de Andy llame algo de atención dentro del salón, y los ojos se vuelvan hacia la puerta, donde están ellas.
Y esos ojos incluyen los de Martín.
Olivia se da cuenta de la pizca de sorpresa en su rostro cuando la ve, pero se recompone rápidamente y levanta una mano para darle un saludo tímido y reservado.
Ella levanta la mano, y le responde de la misma manera.
Él le devuelve esa misma mirada particular que le dio esa mañana en el vivero.
La mirada que le das a tu postre favorito justo el día en el que acabas de empezar la dieta, y sabes que, por más que lo desees, no lo vas a tomar, pero aún así quieres mirarlo.
Algo muy difícil de poner en palabras ocurre en el pecho de Olivia cuando él la mira de esa manera, pero se siente como si una luciérnaga solitaria volara alrededor de su corazón.
Él aparta la mirada y continúa con lo que está haciendo.
Ella no puede evitar que una pequeña astillita se desprenda de ese corazón que tanto tiempo le ha costado recomponer cuando se da cuenta de que él solo está aquí porque creyó que ella no estaría.
- Oh – Susurra Olivia en voz baja – Bueno, no quiero molestar. Me voy a mi oficina
Da media vuelta para alejarse, pero Andy la detiene agarrándola por una muñeca.
- No lo entiendes, ¿verdad?
- ¿Qué cosa?
- No te está evitando porque no quiera verte. Lo hace porque todavía te quiere, y verte le duele – Explica Andy con un aspaviento
- Andy… - Empieza a advertirle Liv
- Andy, nada. Cuando llegué a recogerlo, estaba con Lena. Lena Flórez, la que se parece a Giselle Bundchen, y que obviamente está loca por él. ¿Por qué crees que Martín Rivas sigue rechazando a una mujer como esa?
Liv se encoge de hombros, porque puede haber muchas razones.
Algunas de ellas complejas y difíciles, a la luz de su historia personal.
Otras tan simples como el hecho de que Lena no le gusta y ya.
Dándose cuenta de su expresión ligeramente apática, Andy hace un ruidito de impaciencia que incluye un zapateo exasperado que hace que Liv apriete los labios para no reírse.
Indignada, Andy se mete la mano al bolsillo trasero de sus jeans y extrae un papel doblado en 4 partes y se lo tiende a Liv.
Ella lo recibe con una mueca, porque no entiende qué es lo que quiere decir esta pequeña mujer loca, pero la quiere lo suficiente como para aceptar su mensaje.
Desdobla la hoja.
Y el tiempo deja de correr.
De repente, es transportada algo así como 3 años al pasado, a la primera tarde que le ofreció un Cold Brew, y él se puso a dibujar su perfil cuando creyó que ella no lo veía.
El dibujo que está mirando ahora mismo ha sido trazado y sombreado con mimo y con dedicación, y está fechado de hace muy poco tiempo.
No hace más de dos semanas, él interrumpió su vida vertiginosa de artista para dibujarla a ella, y Olivia se imagina sus dedos deslizándose sobre el papel para difuminar los trazos tan bellamente como para lograr este resultado.
Su corazón se ensancha, y se siente tan grande que parece que su pecho ya no pude albergarlo a él y a todas las luciérnagas que hay allí.
Como una persona satisfecha con el deber cumplido, Andy simplemente asiente con la cabeza y se va.
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Cuando la clase se termina, Martín pasa un rato charlando tonterías con los chicos.
Todos lo ayudan a limpiar y le dicen que pase al patio a comer algo, porque siempre comparten alguna chuchería luego de clases.
Él les promete que ya pasará, pero francamente no tiene muchas ganas de encontrarse con Liv, porque la posibilidad de que el violinista esté acá son bastante altas y pasar por eso una sola vez en la vida fue más que suficiente, así que planea recoger sus cosas e irse.
- Te traje café – Le dice una voz a sus espaldas
Martín da un respingo, y hace malabares para no dejar caer el bote de pintura que tiene en la mano.
Cuando por fin lo atrapa, finge sofisticación y le pone bien la tapa antes de dejarlo caer casualmente en su bolsa y volverse para mirar a Olivia.
- Gracias – Le dice él con una sonrisa amable mientras se estira para recibirle la taza
Los ojos de ella se enganchan a los suyos, y Martín siente que todo su cuerpo cosquillea.
Está muy enojado por haber logrado tantas cosas en tantos sentidos, pero no haber avanzado ni dos pasas en esto en particular.
¿Hasta cuándo se va a sentir de esta manera tan desproporcionada por esta mujer?
- ¿Cómo estás, Pollock?
- Bien, haciendo de todo. ¿Tú?
- También
- Hiciste algo genial aquí. Es un espacio increíble
- Tuve la idea en el estudio, en realidad. En esos días en que….
Se interrumpe, porque es un tema difícil para tocar visto en la distancia.
Él le da un sorbo a la taza.
- Cuando me estaba recuperando. Lo puedes decir. Es algo de lo cual me siento orgulloso
- Deberías estarlo – Asiente ella
- Tuviste mucho que ver con eso. No sé si alguna vez te lo agradecí, o si todas estas personas lo hacen, pero…si
Ella le sonríe, aunque no es su agradecimiento lo que quiere.
No está segura de lo que quiere de él, pero es más que esto.
Y se sigue muriendo de ganas de que le dé una sonrisa grande que le marque los hoyuelos.
- Oye, Liv… - La llama él
Quiere decirle que no la llame así.
Que ella es Monet.
Monet es como él la llama, pero se da cuenta de por qué él quiere trazar una línea bien clara, y eso le duele tanto que no está segura de cómo explicarlo.
- ¿Sí?
- No sé que está tratando de hacer Andy, pero yo no… - Pone las manos al aire, como disculpándose – No quiero deshonrar las promesas que nos hicimos solo apareciéndome aquí o saltando en tu vida después de tanto tiempo. Lo lamento si es un poco raro
- No lo es. Me gusta verte aquí. Y ya me enteré de que Andy te mintió
Martín hace una mueca, y baja la vista hacia su taza para que ella no lo vea sonrojarse, porque se da cuenta de que ahora ella sabe que solo aceptó venir el día que se suponía que ella no estaba.
Los dos saben lo que eso implica.
Ella se aclara la garganta y se recarga en la puerta.
- ¿Eso sería tan grave?
- ¿Qué cosa?
- Que saltaras a mi vida, después de tanto tiempo – Aclara ella
Martín se muerde el labio inferior mientras se lo piensa, y ella es bombardeada por una oleada de recuerdos.
- No estoy listo – Admite él con absoluta sinceridad
Ella entiende lo que le está diciendo.
No está listo para que sean amigos.
No está listo para volver a estar en contacto, luego de que las cosas han cambiado tanto.
Ella asiente, aunque siente que se le ha abierto un hueco en el pecho.
- Lo siento
- No lo hagas. No tienes que disculparte por absolutamente nada – Aclara él – Ni yo tampoco, por ser un poco más lento….
…Para olvidarte.
Él no lo dice, pero las palabras quedan flotando en el aire como fantasmas.
A ella la molesta sobremanera que ella crea que lo olvidó, porque no es así.
Está en cada taza de café todos los días.
- Vale – Asiente ella suavemente
- ¿Puedo pedirte un favor?
- Lo que sea – Indica ella, y Martín sube una ceja ante ese desapego.
Le dan ganas de hacer un comentario ligeramente inapropiado acerca de pedirle un beso, pero todo es demasiado frágil entre ellos como para eso.
- ¿Me puedes prestar ese cuadro? – Dice él, y apunta hacia la pintura enorme de ella que cuelga en la pared principal del salón
- ¿Cómo dices?
- Me gustaría exponerlo de nuevo, si eso está bien. Te lo devolveré
- Te lo prestaré con una condición – Indica ella
- ¿Cuál?
- Un día cualquiera, cuando te sientas listo…¿te tomarás un café conmigo? No importa cuando sea
Martín le da una sonrisa enorme, y asiente.
- Un cold brew – Promete él
- Con tarta Ópera – Completa ella
- Es un trato – Asiente Martín
- Vale – Sonríe ella – Te veo por ahí
- Te veo por ahí, Olivia María.
Él se va poco después.
Ella lo mira irse en silencio.
Guarda el dibujo en su bolso, y cuando lo hace se da cuenta de que hay un marcador ahí.
Siempre ha habido un marcador, porque él nunca se ha ido.