Balas perdidas CDRC (Parte I)
En el mundo de las imprentas, cada letra vale. Por eso, el libro de Ciudad de rotos corazones que llegó a tus manos, es casi 150 páginas más corto que su manuscrito original. A continuación te encontrarás una primera parte de sus escenas eliminadas.


A continuación, conocerás una serie de escenas eliminadas que transcurren en los meses (y años) posteriores a las últimas 18 horas de Olivia y Martín, y que no lograron pasar el corte para la edición final del libro.
¡Disfrútalas!
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5 días después del final.
- Solo súbele la puta dosis, carajo – Reniega Pick en voz baja.
Santiago se masajea las sienes, mientras siente el dolor de cabeza formarse detrás de sus ojos.
Nunca admitirá esto ante nadie, pero Martín es uno de sus pacientes favoritos.
Es una persona que irradia luz y energía cuando está estable. Es una de esas personas que tienen alma de niño sin que les quede mal. Solo parece estar feliz con cosas absurdas.
Pero así mismo, cuando toca fondo, también baja a unos abismos que nadie más entiende.
- ¿Acabas de visitar a Olivia en rehabilitación por dos meses y de verdad me estás pidiendo que lo haga dependiente de una droga? Claro que si le metemos un antidepresivo en la garganta cada 4 horas va a estar bien, Pick, ¿Pero de verdad quieres que la química sea lo único que lo mantiene estable? – Dice Santiago en voz baja.
Están en la sala común del segundo piso del estudio frente al mural.
Acaban de salir de una sesión de hora y media en la que Martín le habló entre lágrimas de su incapacidad para volver a empezar luego de que quedara demostrado que el amor no es suficiente.
En contra de la creencia popular, la misión de un psicólogo no es dar consejos, sino llevar al paciente a que llegue a sus propias conclusiones haciendo las preguntas correctas.
Pero por primera vez, Santiago se quedó sin palabras.
Liv y Martín se salvaron uno al otro.
Este no debería ser el final del cuento.
Santiago suspira cuando ve a Pick hacer un puchero, y recuerda la profunda impotencia que le genera a los seres queridos de una persona con depresión verla en el abismo y no poder salvarla.
- Los antidepresivos son sumamente adictivos, Pick – Explica Santiago – Creo firmemente que él tiene las herramientas para salir adelante sin más apoyo químico del que tiene. Va a tomar algo de tiempo y no va a ser bonito, pero confío en que puede hacerlo
- Te conozco – Le dice Pick mientras le apunta con un dedo – Te conozco, Santiago de los Ángeles. ¿Qué estás tramando?
- Nada. Soy un profesional, respétame – Responde él mientras se cruza de brazos.
Pero no le sostiene la mirada.
Pick hace una mueca.
- ¿Qué estás tramando? – Repite ella
- ¡Nada! – Exclama él
- Estás ocultando algo – Asegura ella
- ¿Qué voy a estar ocultando?
- No lo sé, porque está oculto – Razona Pick mientras entrecierra los ojos, como si con eso pudiera sacarle la verdad – Pero exijo saberlo
- Es muy pronto para hablar de eso – Farfulla él
- Soy muy buena guardando secretos
- ¿Segura?
- Sip
- Es un proceso que suele tomar alrededor de un año, y no hay absolutamente ninguna garantía, pero muchos pacientes pueden reducir considerablemente sus dosis luego de ese tiempo. Martín toma 3 pastillas cada 8 horas en este momento, pero dentro de poco podrían ser cada de 12 horas. Dentro de un año podría ser una sola pastilla, y si las cosas mejoran, eventualmente podría no ser ninguna
- Quieres retirarle la medicación – Traduce Pick
- Dios, no diga eso por ahí. No, no en este momento – Niega Santiago, horrorizado – La depresión es una enfermedad y como casi todas se trata con medicina. Pero si quiero que dependa lo menos posible de ella, por si en un futuro....
- Tiene una oportunidad con Liv – Completa Pick – Porque crees en el amor y eres suave como un flan – Sonríe Pick
- Cállate – Reniega él
Pick se acerca y lo abraza.
Santiago le devuelve el abrazo, porque sabe que los dos se preocupan por Martín, y está convencido de que lo que lo va a llevar de vuelta a la superficie es esa red de apoyo increíble que tiene en sus amigos y su familia.
La puerta de la habitación de Martín se abre y él sale cautelosamente al exterior.
Simón está de pie tras él, con una expresión tan atónita que todo el aire bromista entre Santiago y Pick muere de inmediato.
Pick se aparta de Santiago y rápidamente se acerca a Martín.
Lo rodea con sus brazos y su corazón se constriñe cuando se da cuenta de lo flaco que está. Martín apoya la cabeza en el hombro de ella y suspira.
Las ojeras son muy, muy profundas en su cara y parece tan triste que Pick pierde una parte de sí misma que nunca va a volver a estar completa hasta que él no vuelva a sonreír.
- ¿Tus carboncillos están aquí? – Pregunta él en voz baja sobre su oído
- No, pero creo que JP tiene algunos – Responde ella
- ¿Lo puedes traer?
- Si, claro. ¿Quieres que te dibuje algo para que lo pintes?
- No. Quiero que dibujemos juntos, como antes
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6 meses después del final.
- Martín, pare, pare, pare – Le grita JP desde el otro lado del estudio – Marica, ¿qué es esa porquería?, ¡Concéntrese!
Martín aprieta los labios para no reírse.
Los chicos han entrado en un extraño limbo entre intentar ser suaves con él y tratarlo como siempre. JP suele ser como un hermano mayor y estar muy al pendiente de sus necesidades hasta que entra en modo director de arte.
Cuando están trabajando, JP se toma en serio hasta el más pequeño de los detalles.
Hace dos meses han vuelto a trabajar juntos, y a Martín le gusta equivocarse voluntariamente para oír a JP tratarlo sin paños de agua tibia.
- Es bastante horrible – Indica la voz de Isabella mientras entra alegremente al estudio. JP se suaviza en cuanto la ve llegar y la da una sonrisa adorable.
Isabella se derrite.
- ¡Deje de seducir a mi hermanita, perro asqueroso! – Grita Martín
- Cállese. Estoy esperando a que se haga mayor de edad para fugarme con ella – Indica JP. Martín frunce el ceño. Isabella le da una sonrisa radiante
Se queda mirando a JP con adoración.
Luego recuerda por qué vino.
- Oye, es hora de esto – Levanta un vaso de agua en su dirección.
Con un suspiro, Martín deja caer el carboncillo con el que había empezado a trabajar en una serie de lienzos que les pidieron para una muestra y se acerca a Isabella.
Se saca la lata de mentas del bolsillo mientras extrae sus dos pastillas reglamentarias. Le recibe el vaso de agua a Isabella y se las toma.
- Ahora solo son dos – Observa Isabella con alegría
- Sip. Me bajaron la dosis esta semana – Señala Martín – Se siente bien dejar de estar tan drogado, y por fin he vuelto a tener hambre – Responde él mientras trae a Isabella hacia su pecho y le da un beso en la frente - ¿Qué haces por aquí?
- Uhm...Tengo un proyecto de artes, me gustaría que me ayudes, ¿puedes?
- No, no puede. Si no termina la base para esos lienzos para que Simón los pinte, lo voy a amarrar ese puto caballete – Interviene JP
- El lenguaje – Lo regaña Martín
- He oído cosas peores – Lo tranquiliza Isabella – No te preocupes. Tengo una cosa de física que adelantar, no tengo afán. Voy a estar arriba
- Vale. Termino con este energúmeno y subo – Sonríe Martín
Isabella le da un beso en la mejilla y se va.
JP le señala el caballete con cansancio.
Martín sonríe y vuelve a lo suyo, porque le encanta cuando solo lo trata como un tipo normal. Le grita y despotrica un poco hasta que finalmente queda conforme y lo deja ir.
Con un suspiro, Martín sube al segundo piso.
Isabella está sentada en el suelo, con sus cuadernos apoyados en el sofá de su estudio de arte.
Martín se sienta a su lado y revisa lo que está haciendo.
No recuerda absolutamente nada de física, así que todo luce como hebreo para él.
Isabella lo ve por encima de su hombro y se ríe.
- Está bien. No es esto para lo que te necesito – Lo tranquiliza su hermana
- Menos mal. Para eso tenemos contratado a Simón – Observa Martín
Ella rueda los ojos y cierra su cuaderno.
Toma una bitácora de diseño y la abre.
Martín recuerda las clases de arte del colegio, que en realidad fueron increíblemente buenas e inspiradoras.
- Tengo que diseñar el logo para una marca – Empieza a explicar ella – Me gusta eso que haces cuando dibujas con Sharpie, y me preguntaba si podrías diseñarme algo así
- Seguro – Asiente Martín - ¿Qué tienes en mente?
- La marca se llama Cable a tierra. Es un centro de atención terapéutica para pacientes en tratamiento de enfermedades mentales y recuperación de adicciones a drogas y alcohol – Indica Isabella, como toda una embajadora de la marca.
El corazón de Martín se para.
Luego empieza a latir tan fuerte como un bombo.
Se aclara la garganta.
- Ya – Dice con voz ronca – Para este proyecto de artes...¿Se te sugirió algún diseño o paleta de colores?
- Nop. Lo que a ti se te ocurra – Dice Isabella con una sonrisa de pilla
Le extiende la bitácora.
Martín va por su bolsa de marcadores y empieza a dibujar.
No quiere darle un logo trillado con corazones o manos entrelazadas como los que tienen todos los centros afines al Cable a tierra.
En su lugar, dibuja un círculo azul metálico, chispeado de las mismas estrellas con las que la vistió en su icónica pieza central en su exhibición de Naturaleza Sangre.
Con una caligrafía estilosa y amplia escribe el nombre “Cable a tierra” en el centro del círculo.
Es un logo que habla de magia, de esperanza y, sobre todo, de ella.
Habla de mirar al cielo y volver a creer.
Habla de volver a enamorarse de las cosas simples.
Está seguro de que ella lo va a entender.
Le entrega la bitácora a Isabella. Su hermana sonríe.
- Es muy bonito – Observa ella
- Espero que a ella le guste – Dice Martín con nostalgia – Puedo hacer más, si no la convence
- ¿A mi profesora de artes? – Pregunta Isabella con un aire juguetón. Martín se ríe
- Si. A tu profesora de artes. Dile que soy el jodido Martín Rivas. No diseño gratis. ¿Cómo piensa pagarme?
Isabella sonríe.
Martín no estaba esperando que le dijera eso, porque sabe que no deberían estarse pasando ningún mensaje.
Por eso, está sorprendido cuando las bolsas de café empiezan a llegar unos días después.
Primero, un Bourbon rosado.
Luego, un Castillo.
Después, un Tabi.
Llega una cada semana. Sin remitente. Sin tarjeta. Sin nada más que una caja marcada con el nombre de Martín y una ficha escrita a máquina en la que le explican cómo prepararlo.
Martín sube una foto a sus historias de Instagram cada viernes cuando la bolsa de café llega y él lo prepara tal como le fue indicado.
Estoy vivo. Estoy siguiendo adelante. Casi estoy bien.
Pero no me he olvidado de ti, amor.
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Un año y un mes después del final.
- Dime que es mentira
Martín está terminando de abrocharse los botones de la camisa.
Su nuevo tatuaje que corre a lo largo de su antebrazo ha empezado a cicatrizar y pica salvajemente.
Se vuelve en redondo y ve a Andy de pie en su puerta.
Solo tiene puestos unos boxers y la camisa cuyos botones está terminando de cerrar, pero ella no parece notar nada de eso. Se pone las manos en la cintura y está evidentemente enojada con él.
- Hola, cielo – Sonríe él
- Cielo, mi culo – Exclama ella - ¿Estás saliendo con esa asquerosa? – Le grita su ex
Martín se queda mirándola sin saber qué decirle.
Andy le devuelve la mirada con indignación. Esos ojos verdes que solía dibujar lo miran como si fuese el reptil más rastrero.
- ¿De qué estás hablando?
- ¡Te estás vistiendo para una gala del gremio artístico! – Lo acusa Andy
- Uhmm, si – Acepta él – A la gente le gusta decir que soy artista. Hay una gala benéfica y me gusta lo que apoya. Envié dos piezas a la subasta, y se me ocurrió que valía la pena mostrar la cara. Es en favor del hospital mental de...
- ¡Me importa un carajo! – Lo interrumpe Andy- ¡¡Dime que no vas a ir con esa lagarta estirada!!
Alguien se aclara la garganta tras ellos.
Andy se vuelve en redondo y ve a Isabella parada en la puerta.
Lleva puesto un vestido plateado que tiene la impronta de Pick por todos lados.
Andy mira de un hermano Rivas al otro, repentinamente pareciendo menos segura de su diatriba.
Martín sube una ceja.
- Andy, saluda a la lagarta estirada que será mi acompañante esta noche – Indica Martín, extendiendo su mano de manera grandilocuente hacia su hermana
- Hola, Andy. ¿Qué te hice de malo para que me estés insultando? – La saluda Isabella.
Andy se sonroja.
Luego hace una mueca.
- Se dice por ahí que estabas saliendo con lena Flórez – Se explica Andy– Ya que vas a ir a esta exposición en su galería, pensé que...
- Me llevo muy bien con Lena. Hemos salido a cenar. Está patrocinando mi siguiente muestra – La interrumpe Martín – No tengo nada con ella, pero gracias por preguntármelo de tan buena manera – Dice con sarcasmo. Andy arruga la nariz
- Lo siento. No quiero que estés con esa tonta
- Lena es bastante inteligente – La contradice Martín
- Ni siquiera es tan bonita – Reniega Andy
- A mí me parece que es muy guapa – Interviene Isabella a su vez. Andy la fulmina con la mirada
- Ayúdame en esto, tonta. ¿Quieres que tu hermano esté con una curadora elitista que parece tener un palo en el culo o con...? – Se interrumpe a sí misma.
Martín se queda mirándola. Luego sonríe.
- Dile a tu jefa que no tengo nada con Lena y que, si quiere saber algo acerca de mi vida sentimental, venga y me lo pregunte ella misma
Andy se queda en silencio, sintiéndose descubierta.
Mira por encima del nombro de Martín para hacerse la tonta.
Él termina de vestirse mientras ella finge demencia. Se acerca y deja un beso en su mejilla.
- Me estoy muriendo por buscarla. No me lo hagas más difícil – Le dice él
- Lo siento – Murmura Andy– Es solo que ahora que la conozco, entiendo por qué...
- Lo sé – La interrumpe él – Tal vez después. Cada vez que levanto el teléfono, me acuerdo que la primera vez todo iba bien. Estábamos muy bien. Y luego la vi recaer frente a mis ojos con mis pastillas. Ninguno de los dos podría sobrevivir a eso una segunda vez. Solo ese pensamiento me hace dejar el teléfono al lado. No me jodas la fuerza de voluntad, cielo
- Lo siento – Repite ella – No lo haré. Lárgate a tu gala. Te veo luego
Martín la abraza rápidamente antes de tomar la mano de Isabella y salir.
En cuanto llegan a la gala, se distrae viendo las demás obras y charlando con su hermana. Va a donde Pick le dice que vaya y le sonríe a la gente que su publicista altamente competente le señala. Su imagen ligeramente ermitaña ha generado una gran curiosidad sobre él, así que se encuentra acaparando mucha atención, que usa para hablar de la fundación que apoya, de su propia lucha contra la enfermedad mental y todo lo que trajo consigo y pedirle a la gente que donen.
Lena se lleva a Isabella a conocer la bóveda de la galería mientras Martín atiende a la prensa.
Cuando baja del atril está muerto de sed, así que se dirige hacia uno de los meseros que merodean por ahí con copas de champagne para ver si pueden conseguirle un vaso de agua.
- Martín Rivas – Lo detiene una voz muy similar a la que aparece en sus sueños
Frena en seco, y se vuelve hacia el sonido, pero por supuesto no es Liv quien está ahí.
Es su madre.
- Señora Donovan – Saluda con un asentimiento e intenta seguir su camino
- Nunca te ofrecí excusas por lo que pasó en mi compromiso
- ¿Ofrecerme excusas? – Repite él en la voz más baja que logra conjurar
- Lamento el modo en el que se dio todo. Me gustaría mucho conocer más de tu obra y...
- Cállese – La interrumpe él – Me voy a ocupar personalmente de que ni usted ni nadie que sea cliente suyo tenga en su poder nada que yo haya pintado, solo por el simple placer de joderla. Sucede que ya soy famosillo en este circuito de mierda, y si la puedo joder más, lo haré. No me importan sus palabras o sus excusas. No me importa si me adula a mí o a mi trabajo o si lo desprecia. No quiero que mi nombre y el suyo vuelvan si quiera a verse juntos
- ¿Discúlpame? – Pregunta ella, luciendo consternada
- ¿Cómo puede estar aquí parada hablando conmigo después de que abandonó a su hija?
- Creí escuchar que hiciste lo mismo
- Y lo pagué con sangre. Literalmente – Señala él – No sé cómo se levanta todos los días sabiendo lo que le hizo, pero estoy seguro de que algún día la va a alcanzar el remordimiento por la hija que perdió. Ella encontró una familia mucho mejor que la que tuvo con usted, y está haciendo algo increíble de lo que usted nunca va a formar parte. Ella volvió a levantarse, y usted se quedó sola, así que espero que esa pérdida la atormente toda su vida
Katrina abre la boca para decirle algo, pero Martín sigue de largo.
Su respiración sale en bocanadas cortas.
Está tan enojado que quiere patear algo.
Le empiezan a temblar las manos. Un ansiolítico ayudaría, pero no quiere tomárselo, así que hace los ejercicios de respiración que le enseñó Santiago hasta que el aire frío de la noche se calma.
- Eso fue rudo – Observa la voz de Lena mientras llega a su lado
- Odio a esa mujer – Responde él - ¿Dónde está Isa?
- Adentro con Pick – Responde Lena
Ha entablado una amistad inesperada con esta mujer con la que tiene tan poco en común, más allá de su pasión por el arte.
Se descubrió a sí mismo contándole su historia, porque es raro interactuar con alguien que no lo conoce desde siempre y que no tiene prejuicios.
Lena ha batallado bastante con los desórdenes alimenticios, así que lo entiende lo suficientemente bien.
- Soy Lena Flórez, querido – Sonríe ella - ¿De verdad quieres joder a Katrina Donovan?
- Si. Sé que la venganza es mala y mi psicólogo lo desaprobaría, pero no me importa
- Soy Lena Flórez – Reitera ella mientras sonríe con dulzura – El circuito artístico de esta ciudad se arrodilla ante mí. Si quieres a Katrina Donovan hundida, lo tienes
Él sonríe.
Ella le sonríe de vuelta.
- Ahora vamos adentro. Esta recaudación para la caridad no se va a hacer sola
- Si señora – Asiente él.
Santiago dirá lo que quiera, pero a veces un ajuste de cuentas también trae paz mental.
A la mierda el altruismo.